miércoles, 30 de noviembre de 2016

Busco

A veces creo que busco calidez en los desconocidos. Busco cariño en las personas con las que tan solo he intercambiado un par de palabras o algunos chistes que no son ni un poco graciosos, pero el alcohol me hace creer que debería reírme a carcajadas. Y busco atención. Busco que las palmas suaves o ásperas de un par de manos ajenas me acaricien el rostro, y que unas yemas totalmente foráneas me hagan sentir bien y me hagan creer que alguien me desea, que a alguien le gusto, que alguien siente algo por mí, sin importar cuán efímero es ese sentimiento. Le doy la bienvenida a una nueva boca, y disfruto de besos que no me provocan nada, pero a la vez lo son todo. Es tan nostálgico, tan triste y tan placentero a la vez. Es como querer obtener, sin éxito, un pedacito de cielo. Es el deseo de sentir algo genuino, que en realidad es un completo engaño. Es un cariño falso. Una atención fugaz. Abro los ojos, me duele la cabeza y todo se esfuma. Y aunque siento unas ganas de llorar inmensas, me recuerdo de que yo era consciente de la imposibilidad de hallar amor en un desconocido.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Pérdidas

Sé que no pierdo nada. Sé que tú pierdes mucho. Bueno, quizás yo también pierdo bastante, pero solo es algo que nunca fue mío. Creo que estoy intentando tener un poco de egocentrismo por primera vez en mi vida a costa de no sentirme mal por esto. Porque me duele. Me duele volver a pasar por lo mismo y sentir más de lo que debería. Me duele saber que la persona que quiero es tan temerosa que, simplemente, no se atreve a dar el siguiente paso. Saber que, de alguna forma, hice un esfuerzo, pero no fue lo suficiente. Me duele que el amor no correspondido esté sobre mí como una maldición. Quiero dejar de sentirme así, y quiero saber que alguien me quiere tanto como yo a él. Quiero que alguien no tenga miedo de lo que siente por mí y no despierte al día siguiente inseguro de cómo debería tratarme. Quiero dejar de llorar por alguien y, en vez de eso, sonreír porque me hace feliz.

Por eso me gusta pensar que tú perdiste mucho y yo no perdí nada. Porque yo te quiero, y te habría querido (mucho más) como nadie te quiso antes, de eso tengo certeza. Pero yo también perdí. Perdí porque es muy probable que la idea de quererme como nadie me ha querido antes ni siquiera pasó por tu mente.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Inesperado

Fue inesperado. Por un segundo tenía los ojos fijos en el piso; al siguiente los había cerrado mientras recargaba mi cabeza en su pecho. Me dejaba envolver en sus brazos y las lágrimas me rogaban escapar porque ya llevaban demasiado tiempo cautivas. Las ganas de llorar antes de que me abrazara eran casi insoportables, pero cuando su cuerpo se aferró a mí y sentí su mentón sobre mi cabeza, solo solté un par de lágrimas que no pude contener; el resto de ellas desapareció repentinamente, tal como si el hecho de que oía por primera vez su corazón hubiera logrado tranquilizarme por completo.